La Familia Cerda
Objetivo: Que los alumnos identifiquen acciones que pueden ayudar a realizar en familia para una corresponsabilidad.
Desarrollo:
1. Cuestionar al grupo sobre la portada ¿te gusta o te disgusta la imagen que ves ahí?, ¿alguna vez has estado en algún lugar de la imagen?
2. Leer el cuento “El Libro de los Cerdos” de manera interactiva
3. ¿Conocen alguna situación que se parezca a la anterior?
4. ¿Qué debemos hacer para colaborar en casa?
5. Registra un cuadro de 3 obligaciones a realizar para contribuir con tu familia.
La Familia Cerda
El señor de la Cerda vivía con sus dos hijos, Juan y Simón, en una casa bonita con un bonito jardín y un bonito coche en una bonita cochera. En la casa estaba su esposa.
“Apúrate con el desayuno, querida”, le gritaba todas las mañanas antes de irse a su muy importante trabajo.
“Apúrate con el desayuno, mama”, gritaban Juan y Simón antes de irse a su importantísima escuela.
La señora de la Cerda lavaba los platos del desayuno, tendía las camas y aspiraba.
y se iba a trabajar.
“Apúrate con la comida, mama”, gritaban los niños todas las tardes, cuando regresaban a casa de su importantísima escuela.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqNFR8qIbvEugvzz4q-3juhpS7XppB4MIf_i67_OecPP3idSkl1ccNv1A4wSsJeMLNPzH9Oetb1VvU2LnrAdAZk5AcRFw7lULyIMwAwcepS6d4m5oDW4kSt9L0JbgWNVB69XDF4Nn2Bmg/s200/Imagen10.jpg)
“Vieja, apúrate con la comida”, gritaba el señor De la Cerda todas las tardes, cuando regresaba de su muy importante trabajo.
Tan pronto acababan de comer.
La señor de la Cerda lavaba los platos, la ropa.. planchaba.. y guisaba de nuevo
Una tarde, cuando los muchachos regresaron a casa no hubo nadie que los recibiera.
No la encontraron por ninguna parte. Solo en la mesa encontraron un sobre. El señor de la Cerda lo abrió. Adentro había una hoja de papel.
“Y ahora, ¿Qué vamos hacer?”, dijo el señor de la Cerda. Tuvieron que prepararse comida. Tardaron horas y les quedo horrible.
“¿Cuándo regresará mamá?”, gimotearon los niños después de otra horrorosa comida.
“¿Cómo voy a saberlo?”, gruñó el señor De la Cerda.
Los tres se fueron haciendo más y más gruñones. Una noche no hubo ya nada para cocinar.
“P-O-R F-A-V-O-R regresa”, gimieron todos.
La señora de la Cerda se quedó.
Desde entonces, el señor De la Cerda lava los platos.
Juan y Simón tienden sus camas,
¡Hasta se divierten!
Mamá también está feliz…
y aveces compone el coche.
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