Objetivo: Que los niños descubran que para amar o ser amado, no necesariamente tiene que ser como nosotros o de nuestra familia, sino se da y se recibe de cualquier persona.
“Choco”
- Siente a los niños en media luna.
- Cuente el libro con ayuda del kami shibae.
- Oriente al niño a realizar una reflexión por medio de las siguientes preguntas:
- ¿Cuál es el valor principal que se lleva a cabo en el cuento?
- ¿Cómo lo pones en práctica?
- ¿Qué enseñanza te dejo el cuento?
- Dé un tiempo para que los niños realicen acuerdos sobre acciones que se relacionan con la lectura y que conlleva mejorar la convivencia en la familia, casa, escuela y la comunidad.
- Invite a algún niño que pase de manera voluntaria y comparta su opinión ante el grupo.
CHOCO
Choco era un pájaro muy pequeño que vivía a solas. Tenía muchas ganas de conseguir una mamá, pero ¿Quién podría serlo?
Un día decidió ir a buscar una. Primero se encontró con la señora jirafa.
-¡Señora jirafa! – dijo-. ¡Usted es amarilla como yo! ¿Es usted mi mamá?
Choco se encontró después con la señora pingüino.
-¡Señora pingüino! –exclamó-. ¡Usted tiene alas como yo! ¿Será que usted es mi mamá? -Lo siento- suspiró la señora Pingüino-. Pero mis mejillas no son grandes y redondas como las tuyas.
Choco se encontró después con la señora Morsa.
¿Es usted mi mamá?
-¡Mira! – Gruñó la señora Morsa-. Mis pies no tienen rayas como los tuyos, así que, ¡no me molestes!
Cuando Choco vio a la señora Oso recogiendo manzanas, supo que ella no podía ser su madre. No había ningún parecido entre él y la señora Oso.
Choco se sintió tan triste, que empezó a llorar
-¡Mamá, mamá! ¡Necesito una mamá!
--¿En qué reconocerías a tu madre?
-¡Ay! Estoy seguro de que ella me abrazaría- dijo Choco entre sollozos.
-¡Así?- preguntó la señora Oso. Y lo abrazó con mucha fuerza
-Sí… y estoy seguro de que también me besaría – dijo Choco.
-¿Así? –pregunto la señora Oso, y alzándolo le dio un beso muy largo.
-Sí… y estoy seguro de que me cantaría una canción y de que me alegraría el día.
-¡Así? – preguntó la señora Oso. Y entonces cantaron y bailaron.
Después de descansar un rato, la señora Oso le dijo a Choco:
-Choco, tal vez yo podría ser tu madre.
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-¿Tú? – preguntó Choco.
-¡Qué barbaridad! – dijo la señora Oso- ¡Me imagino lo graciosa que me vería!
A Choco también le pareció que se vería muy graciosa.
-Bueno- dijo la señora Oso-, mis hijos me están esperando en casa. Te invito a comer un pedazo de pastel de manzana. ¿Quieres venir?
La idea de comer pastel de manzana le pareció excelente a Choco.
-Choco, te presento a Hipo, a Coco y a Chanchi. Yo soy su madre.
El olor agradable a pastel de manzana y el dulce sonido de las risas llenaron la casa de la señora Oso.
Después de aquella pequeña fiesta, la señora Oso abrazó, y Choco se sintió muy feliz de que su madre fuera tal y como era.
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